ACTIVIDADES DEL 20 AL 24 DE ABRIL
ASIGNATURA: LENGUA
MATERNA. ESPAÑOL
PROFESORA: NANCY
QUINTERO MARTÍNEZ
GRUPOS: 2o.B
1.
Colocar la fecha completa en el cuaderno, escribir el siguiente título, así
como los aprendizajes esperados:
REPRESENTAR UNA
LEYENDA POPULAR
Aprendizaje esperado:
* Recopilar leyendas populares para
representarlas en escena.
1. Ingresar a Youtube y observar el video: ¿Qué
es una leyenda? en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=mg13hb6wVI4
2. Consultar las páginas 250 y 252 del libro de texto
y responder las siguientes preguntas, también puedes observar de nuevo el video
para completar tus respuestas:
*¿Qué es una leyenda?
* ¿De qué forma se
transmite una leyenda?
* ¿Por qué se pierde
el sentido original de una leyenda?
* ¿Con qué eventos
puede estar relacionada una leyenda?
* Menciona los tipos
de leyendas.
2. Elaborar en una
hoja blanca un mapa mental (recuerda que debe de llevar dibujos) con los tipos
de leyendas que mencionaste, utiliza muchos colores o plumones. Al concluir,
pegar en el cuaderno.
3.
Ingresar nuevamente a YouTube y observar la película: La Llorona 1960 Cine Mexicano Película Completa en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=5Xya7147Iwo
4. Imprimir, si te es
posible, el texto sobre La leyenda de la llorona, que se anexa en la parte de
abajo de este documento, leerlo y pegarlo en el cuaderno, iluminar la imagen y
responder la siguiente pregunta:
* ¿Qué diferencias
encuentras entre la versión que nos cuenta la película y la del texto?
(Para responder esta
pregunta puedes ver la película desde el minuto 14:19 hasta el minuto 45:36,
aunque sería excelente que vieras la película completa, ya que además de ser
muy buena, forma parte de la colección del buen cine mexicano).
5. Recopilar tres
leyendas interesantes y pegar en el cuaderno.
(Puedes consultar tu
libro de texto, página 268, internet, o bien, sería interesante que un familiar
te platique cuáles conoce y las escribas). No olvides ilustrar tus leyendas.
¡Gracias y
cuídense mucho!
La leyenda de la llorona
A principios
del siglo XVII existió en la ciudad de Durango una hermosa mujer de nombre Doña
Susana de Leyva y Borja, cuya extraordinaria belleza tenía deslumbrados a todos
los jóvenes de la ciudad que la cortejaban incesantemente y deseaban
correspondencia a su amor.
La dama que pisaba los veinte abriles, era consciente de su
singular hermosura y con desdén poco usado descorazonaba a sus admiradores.
Por esos años llegó a estos lugares, proveniente de la
capital de la nueva España, Don Gilberto Hernández y Rubio de Martínez y
Nevárez, joven apuesto y elegante, de rancio abolengo y noble linaje, caballero
de la orden de Santiago y oidor del Santo Oficio, quien cabalgando un corcel
negro de pura sangre, se encontró con doña Susana precisamente en la plaza
mayor frente a la catedral, lo que ahora es la plaza de armas. Al contemplar el
caballero la belleza única de Doña Susana, bajó de su caballo y extendió su
capa sobre el piso para que pisara sobre ella la mujer del relato.
El hecho y los decires del noble origen de Don Gilberto,
impresionaron a la dama que correspondió con femenil sonrisa a la gallarda
acción del joven pretendiente.
El noviazgo se formalizó, pero al advertirlo Don Pedro de
Leyva y Quirino, padre de la muchacha, la reprendió severamente prohibiéndole
de manera terminante toda pretensión de matrimonio con un hombre español de
sangre pura. Aunque la joven exigió las razones de tal prohibición, Don Pedro
se concretó a contestar:
- No tengo por qué darte explicaciones ni se las daré a
nadie, simplemente es una orden que debes cumplir.
Doña Susana se encontraba perdidamente enamorada de Don
Gilberto, razón por la que optó por huir en brazos de su amado una noche oscura
y lluviosa.
En las afueras de la ciudad, el enamorado improvisó una casa de campo, situada
más o menos en lo que ahora es el crucero de las calles Negrete y Regato, donde
estableció su nido de amor con la encantadora dama.
El tiempo pasó y pronto la pareja en amasiato procreó tres
hijos que eran el encanto de la madre, quien frecuentemente le pedía al varón
legalizar la unión marital para poder dar nombre sin afrenta a sus tres
vástagos. Don Gilberto como única respuesta, solamente le daba un beso a la
amada y le ponía en sus manos algunas monedas de oro.
Un domingo, cuando la mujer asistía a misa al templo mayor
de la ciudad, después del evangelio, escuchó correr las amonestaciones, en las
que el cura con voz serena anunció:
- La noble señorita Doña Marcela Jiménez de Alanís y
Ballesteros se propone contraer matrimonio con Don Gilberto Hernández y Rubio
de Martínez y Nevárez, caballero de la Orden de Santiago y idor del Santo
oficio… etc.
Doña Susana no creía lo que escuchaba, al mismo tiempo que
todas las miradas de la concurrencia se concentraron en su persona y los
cuchicheos en coro la señalaban burlonamente.
Al salir del templo, tomó un coche y ordenó al cochero
conducirla a casa de Don Gilberto, situada en ese tiempo más o menos en lo que
ahora es la calle de Hidalgo entre Pino y Cinco de Febrero.
No le reclamó la traición, solamente le pidió que no la
abandonara a ella por sus hijos, que siguiera sosteniendo a quienes eran de su
sangre.
El hombre iracundo le dijo:
- No vuelvas a cruzarte en mi camino, eres indigna de mi
linaje… tú eres una mestiza… hija de una india indeseable. Tu padre hizo mal en
darte el nombre que no mereces.
Le dio un golpe con la pesada bota, cuando la mujer postrada
de rodillas lo abrazaba de las piernas implorándole su protección. La mujer rodó por el suelo, humillada y
herida en lo más profundo de la dignidad humana.
Dos domingos después, cuando los esponsales se realizaban
con toda elegancia y solemnidad, en el preciso momento en que el sacerdote
pedía a los contrayentes que manifestaran su voluntad para la unión, una dama
elegante se acercó discretamente a la pareja y simulando que pretendía colocar
el lazo, sepultó en repetidas ocasiones un afilado puñal sobre el pecho y
espalda del novio y la novia, que cayeron pesadamente sobre el suelo, bañados
en sangre.
La mujer se escurrió entre la confundida multitud, salió del
templo y enloquecida corrió por la calle hasta llegar a su casa. tanto por el
rencor del despecho, como porque sabía lo que le esperaba ante el tribunal del
santo oficio, Doña Susana llegó a su casa, tomó a sus tres hijos y, antes de
ser aprehendida por el alguacil y su gente, corrió rumbo al poniente tratando
de ocultarse de la justicia.
No avanzó mucho, cuando llegó al arroyo entonces caudaloso,
lo que ahora es la acequia grande, los perseguidores casi le dan alcance y en
supremo intento de protesta contra las absurdas costumbres de la sociedad de la
época, la mujer enloquecida degolló a sus hijos, los arrojó al arroyo y
sepultándose la daga en el corazón puso fin a la quíntuple tragedia.
La ciudad entera enmudeció por lo ocurrido y, al anochecer
de esa tarde de mayo en plenilunio, escuchó asombrada el aterrador lamento:
- ¡Aaaaayyy! ¡aaaaayyy! ¡Miiiis hijooooos! ¿Dónde están mis hijos?!
¡Aaaaayyy!
El llanto recorrió toda la calle que ahora es negrete, y
desde ese tiempo por más de dos siglos se llamó calle de la llorona.
La
leyenda de la llorona es 100% y orgullosamente mexicana, que ha prevalecido de
generación en generación desde la época de la colonia hasta nuestros días, el
origen de los hechos de esta leyenda es desconocido y con el pasar del tiempo
se van cambiando las versiones, pero todas coinciden en lo mismo; “Una mujer de
vestido blanco que vaga por las orillas de los ríos y los cementerios, llorando
su condena por haber cometido el peor de los pecados”.
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